8 abr 2016

POSTALES JUDICIALES




El pebete federal

A continuación reproducimos (con comentarios) el texto de la denuncia que en mayo de 1994 se le ocurrió mandar a sorteo al juez Galeano para iniciar formalmente una investigación. El caso expone prácticas absurdas del poder judicial que suelen naturalizarse. De no haber sido por la prensa, el caso probablemente estaría en la Corte Suprema a la espera de que se lo rechace por el art. 280 del Código Procesal Civil.


Señor Juez:
Informo a V.S. que en el día de la fecha, siendo aproximadamente las 18:30 horas, el Prosecretario del Tribunal, Javier de Gamas, me hizo saber que en circunstancias que el imputado Gustavo Fabián Castelli se encontraba sentado en una silla dentro de uno de los compartimentos de la Secretaría, pudo advertir que el nombrado estaba comiendo un sandwich.

20 de mayo de 1994, Juzgado Federal de Galeano. Los empleados, bajo el liderazgo del prosecretario de Gamas, se toman su tiempo para lo más importante: denunciar a un detenido por comerse un sandwich.


Es así que interrogó a los demás miembros de la Secretaría, quienes le informaron que el sandwich en cuestión lo había adquirido para comerlo el Oficial Ricardo Ignacio Durand.

De oficio, sin que el oficial Durand dijera nada, el prosecretario inició un sagaz interrogatorio que permitió el descubrimiento de la verdad.


Este interrogatorio aconteció en el mismo momento en que Castelli lo estaba comiendo, pudiendo presenciar este suceso el Auxiliar Cristian Maldonado, el Escribiente Diego Luciani, el Auxiliar Roberto Dios, el Defensor Oficial Dr. Gustavo Kollman, el Prosecretario de esa Defensoría Santiago Otamendi, la Auxiliar Guillermina Álvarez Colodrero y el Ayudante de 4ª Carlos E. Ledesma del Servicio Penitenciario Federal.

Nótese el elegante estilo que abusa de los gerundios, y cómo son nombrados los protagonistas del terrible drama. Ellos son el “Auxiliar”, el “Escribiente”, el otro “Auxiliar”, el “Defensor Oficial”, el “Prosecretario de esa Defensoría”, la “Auxiliar” y el “Ayudante de 4ª”, a quienes sin sutileza se los describe como testigos. Todos los buenos son miembros de las fuerzas judiciales. El único sin título alguno es el salvaje sospechoso, que solo tiene apellido. Los demás no son simples mortales, son “Funcionarios”.


En el mismo momento en que el Prosecretario se hallaba interrogando al personal de la Secretaría, Castelli le refirió al Escribiente Diego Luciani que el propio Prosecretario lo había autorizado al efecto. En el medio de la confusión el detenido Castelli se lo refirió a este Funcionario. En ese mismo momento, y al preguntarle De Gamas, señaló que en realidad le había pedido autorización al efecto, pero que nunca contestó. También dijo que ante el silencio, lo comió. Por su lado, De Gamas dijo (que), que no sólo que, en ningún momento lo autorizó a ello, sino que tampoco nunca lo escuchó preguntarle si podía comer el sandwich cuestionado, más aún, ya que le pertenecía al Oficial Durand.

La prosa judicialesca se torna vertiginosa. Los distintos sucesos ocurren al mismo tiempo y la narración da cuenta de ese confuso cuadro de hechos: “En el mismo momento...”, “En el medio de la confusión...”, “En ese mismo momento...”. Repentinamente, la narradora también aparece en escena. A pesar de ser una mujer, ella dice: “se lo refirió a este Funcionario”. Así, Con Mayúsculas, Como Se Debe Mencionar A Todos Los Miembros De Las Fuerzas Judiciales (FF.JJ.).


Aclaró, que momentos antes de ello y en el trascurso de la indagatoria que se le recibía, el Auxiliar Maldonado le había dado a Castelli medio sandwich para que comiera.

Luego de describir minuciosamente el terrible hecho, se agrega un dato de crucial importancia: ¡el detenido ya había comido! Imagínense, pesar de que ya había ingerido medio sandwich, su voracidad no tuvo límites y siguió adelante con su empresa delictiva...


Por último, cabe dejar constancia que cuando Castelli fue sorprendido comiendo el segundo de los sandwichs —que motiva el presente informe— éste se encontraba dando la espalda al personal de la Secretaría, presumiéndose que así lo hacía para evitar ser visto. Asimismo, agregó ticket que acredita la compra de tres sandwichs, siendo uno de ellos el que motiva este informe. Es cuanto informo a V.S.

El relato termina, siempre riguroso, preciso. Se distingue el primer emparedado del “segundo sandwich”, es decir, del “que motiva el presente informe”. Se señala claramente la voluntad criminal del sospechoso, su intención de neto carácter delictivo que merece el castigo, ya que éste, mientras consumaba el grave hecho ilícito “se encontraba dando la espalda al personal” de las fuerzas judiciales (FF.JJ.).


Secretaría Nº 17, Mayo 20 de 1994.
María Susana Spina
Secretaria Federal

Entonces, sucede lo inevitable. Las FF.JJ. toman cartas en el asunto y, dada la gravedad y la trascendencia institucional de los hechos, interviene Su Señoría...





Buenos Aires, Mayo 20 de 1994
Tiénese presente el informe que antecede, y pudiendo constituir un ilícito de acción pública, elévese a la Oficina de Sorteos de la Excma. Cámara del Fuero, a efectos de que mediante sorteo de práctica se desinsacule el Juzgado que deberá investigar el mencionado suceso.
Sirva lo proveído de muy atenta nota de elevación.
Juan José Galeano
Juez Federal



Recuerdo que la denuncia fue remitida con el original del ticket que probaba la compra de los emparedados. La causa ya estaba como para ir a juicio... Afortunadamente, el fiscal a quien se le remitió la denuncia para que requiera la investigación solicitó que no se iniciara. En un esfuerzo desmedido para la falta de seriedad de la denuncia, redactó un dictamen de ocho o nueve páginas invocando el principio de insignificancia. El caso murió ahí, probablemente por la influencia que tuvo la difusión periodística del caso.


De algún modo el caso llegó a la prensa y unos días después salió en la tapa del Página/12 con el título “El pebete federal”. Recuerdo que a raíz de su publicación, esa tarde se pudo ver en los noticieros la imagen de Galeano asediado por periodistas que le preguntaban por qué se denunciaba un hecho como ése. Es decir, se le pedía que rindiera cuenta de sus decisión. Supongo que algunos jueces necesitan de la opinión de personas ajenas a las fuerzas judiciales para comprender que cuestiones que les parecen tan racionales no lo son.


1 comentario:

Saul el patedefua dijo...

La gran cuestión de la labor investigativa es en primer lugar probar la procedencia del sanguche ( en lexico costumbrista tucumano) y de ahí establecer el grado de peligrosidad del sujeto. En primer lugar detectar si se dirige al funcionario judicial diciendo que ha comido o morfado, ya que la diferencia expresada denota una faz propia de antropofago norteño en caso de decir que ha morfado algo. Asimismo no es los mismo para los operadores judiciales especializados en lexico social el expresar que alguien ha comido que ha morfado, ya que denota el origen social o local del investigado. mas peligrosa es la actitud del sospechoso si lo que ingiere ( sea que ha comido o morfado) es un pebete o un sanguche ( a los fines investigativos, se dejan de lado por el momento las diferencias de texturas y condimentos de los citados alimentos) y si se trata de una combinación de jamón y queso, con rúcula o no, o si se trata de una combinación de ternera ( especie de carne cocinada con especias y salsa inglesa típico alimento de los sujetos que provienen de la provincia de tucumán, donde se jactan de ser los únicos que saben preparar el sanguche de ternera con queso y tomate, en modo tostado o sin tostar)o con mayor énfasis en la investigación si se trata de un sanguche o un pebete de salame y queso...en fin, permiso para la escuela de magistratura y la facultad como material pedagógico sobre el funcionariado judicial y la actividad de los magistrados...y eso que no se trató de un sandwich de milanesa porque hay hay mucho para discutir sobre los usos y costumbres.