31 ene 2017

CASO MUÑOZ: ¿RECTA FINAL HACIA LA DESTITUCIÓN?







El tercer día

Lunes, 10 de la mañana, prácticamente es el último día de testigos de la fiscalía. Solo restan martes y miércoles, con dos testigos de la acusación, un testigo común y trece testigos de la defensa. Ha sido un mal día para Muñoz.

El primer testigo fue el comisario inspector Mustacio C. Ávila, coordinador de tránsito de Neuquén. Declaró que luego de enterado de los hechos, fue a su oficina y allí entrevistó a Muñoz, que estaba acompañado por su “concubina”. Recordaba que tenía “mucho olor a pucho” y lo percibió ebrio. Cuando él le preguntó a Muñoz “¿Chocaste con un auto?”, él le respondió que sí. Entonces su pareja lo corrigió

—No, con un árbol…

Luego de lo cual Muñoz aclaró que había chocado con un árbol. El testigo dijo que no le interesaba que Muñoz hubiera llamado a Liria y a Zavalla (en ese momento jefe y subjefe de la policía provincial, respectivamente). Hizo que llevaran los dos autos a la comisaría y señaló que todo había quedado filmado en las cámaras de seguridad del destacamento. Cuando el defensor le preguntó por qué aseguraba que estaba ebrio, respondió que sabía de ebriedad por sus 20 años de experiencia y por haber convivido con un padre alcohólico. Aquí se aplica la regla de que en un juicio no debés preguntar si no conocés la respuesta.

A continuación declaró Daniel Asselborn, el oficial superior de Zenteno. Dijo que Muñoz tenía aliento etílico y que tenía dificultades para hablar por el alcohol. Coto le preguntó si estaba seguro del aliento etílico, y dijo que sí, que después de que Muñoz saliera de su despacho debió abrir la ventanas.

El tercero fue Sergio Llaytuqueo, detective investigador policial, que trabaja en investigación de delitos complejos. Se ocupó de analizar las llamadas de los dos teléfonos móviles del juez ocurridas desde las 13 a las 24 del día del hecho. Se determinó que a partir de las 19:07 realizó diversas llamadas. Varias llamadas a su pareja, una al 0800 de la compañía de seguros, una a su abogado Imaz, a la Asociación de magistrados de Neuquén, a Liria, a Zavalla, a Guillermo Elías. Agregó que entre las 18 y las 20:40 realizó 16 conexiones a través de su teléfono (se entiende por “conexión” el uso de alguna aplicación del teléfono, tal como usar el navegador de internet, enviar un audio por whatsapp, etc.). Finalmente, preguntado por la defensa señaló que Muñoz le merecía buen concepto.

Siguió Adolfo R. Liria, policía retirado que era el jefe de la policía provincial al momento del hecho. Recibió una llamada de Muñoz después de las 19, le contó sobre el choque y le pidió “que viera su situación”. Interrogado por la defensa, señaló que el juez es un funcionario muy comprometido con su trabajo y que da “respuestas rápidas”.

Luego le tocó a Dalmiro Zavalla, también retirado, que fuera subjefe policial provincial al momento del hecho. También recibió una llamada del juez, quien luego de decirle que estaba con “los muchachos de la 46”, le pidió “que no trascendiera”. Señaló que Muñoz le merece excelente concepto.

El testigo estrella resultó el Dr. Máximo Zimerman, que echó serias dudas sobre el accidente isquémico transitorio del juez. Luego de repasar las impresionantes credenciales del testigo experto, se le pidió que informara sobre “accidente isquémico transitorio” (AIT)  y “amnesia global transitoria”.

Explicó que un AIT implica una detención del flujo sanguíneo hacia el cerebro por un breve lapso, y produce trastornos visuales, en el habla y para moverse. El lapso suele ser de una o dos horas y luego la recuperación es completa. Distinguió el AIT de la amnesia global transitoria, que es una alteración de la memoria a corto plazo (dura entre 8 y 24 horas). Ese tipo de amnesia produce gran ansiedad en la persona, que pierde la noción espacial y temporal. Suelen preguntar reiteradamente dónde están, qué hacen allí, cómo llegaron. Cualquiera se puede dar cuenta si una persona sufre un episodio de ese tipo de amnesia.

Afirmó que, por ejemplo, quien sufre estas afecciones no puede realizar una búsqueda en internet, pues ello exige funciones neurológicas superiores. Agregó que la fabulación (mentir) tampoco es compatible con estas patologías. Señaló que es muy raro que un AIT coincida con una amnesia global transitoria.

Por último, calificó de “muy confuso” el certificado del médico Miguel Ayup, que, además, no podría certificar nada, ya que solo podría tener una valor presuntivo. Indicó, finalmente, que el diagnóstico de un episodio de AIT exige una serie de estudios de rigor que no se completaron en este caso en particular.

El martes

La médica Miriam Vicente, otra profesional en neurocirugía con credenciales impresionantes, declaró para la fiscalía en términos generales sobre AIT y amnesia global transitoria. Sobre esta última, destacó que estos episodios de amnesia duran entre dos y nueve horas, y afirmó que amnesia global transitoria y AIT son dos entidades patológicas transitorias pero claramente distintas.

En el caso de la amnesia global transitoria, el paciente no recuerda lo que le está sucediendo, no puede armar un discurso racional y no puede fabular. Dijo que en las imágenes que se le hicieron a Muñoz no había rastros de un accidente isquémico, no hay manifestaciones imaginológicas. Un buen interrogatorio del fiscal, y una declaración muy clara y efectiva.

Interesante el contrainterrogatorio de Imaz, que quería hacerle decir que lo que había diagnosticado Ayup no era una amnesia global transitoria, pero no le salió. El certificado de Ayup dice que Muñoz sufrió una amnesia global que duró unos minutos y que tuvo una recuperación posterior completa. De allí el abogado derivaba que no era una amnesia global transitoria. La médica contestó en dos oportunidades que a pesar de que el término “transitoria” no aparecía, esa era la definición misma de una amnesia global transitoria. Más tarde comprenderíamos por qué las preguntas de Imaz.

Después siguieron Oscar Pandolfi, Marcelo Inaudi y Ricardo Cancela, los tres testigos de carácter ofrecidos por la defensa. En este caso, estos testigos resultan irrelevantes, pues nadie está discutiendo si Muñoz es buen o mal juez. Lo que se está discutiendo es lo sucedido el día que chocó, huyó y lo pescaron. Lo mismo la declaración del periodista Guillermo Elía, que declaró, básicamente, cómo obtuvo la información del caso.

La periodista Lorena Vincenty habló con Muñoz el domingo posterior al hecho a las 17. El juez le dijo: a) que no sabía si le convenía hablar con ella; b) que estaba cansado, casi dormido; c) que no venía rápido; d) que no se había dado cuenta del choque; y e) que no se había negado a hacer el test de alcoholemia.

Dos testigos a medida

Las declaraciones del médico Miguel Ayup y del juez Alejandro Cabral exculparían a Muñoz. Eso si decidiéramos creerles.

El médico Ayup —recomendado por Imaz— declaró, por ejemplo, que la amnesia global que tuvo Muñoz no fue una amnesia global transitoria. Fue otra cosa, y esta amnesia “minutera” parece ser una nueva patología que los dos testigos del fiscal general desconocen, o que se olvidaron de estudiar. También se olvidaron de que esta amnesia es causada por una isquemia transitoria (AIT).

El médico se declaró “médico personal” del juez, y a preguntas del fiscal aclaró que era su médico personal desde la fecha en que firmó el certificado sobre el diagnóstico de su amnesia “minutera” causada por un AIT. Terminó por aclarar que todo su diagnóstico sobre la particular amnesia que habría sufrido el juez dependía de lo que éste le había dicho. Es decir que Muñoz sufrió una patología en su memoria, desconocida por dos reputados neurólogos ajenos a esta causa, en la cual no se sabe qué fue lo que no recordaba, y que solo se podría probar por los dichos del propio Muñoz. Efectivamente, a preguntas del fiscal, el médico decía que un amnésico podía recordar la hora del hecho, el lugar del hecho, razón por la cual el fiscal debió preguntar qué era entonces lo que no recordaba. Tengamos en cuenta que los dos neurólogos anteriores señalaron expresamente que en la amnesia global transitoria real el paciente sabía quién era, pero carecía de la información necesaria para ubicarse en tiempo y espacio.

Más allá de ello, las respuestas de Ayup siempre eran generalidades no referidas al episodio de Muñoz, llenas de “depende”, “es posible”, “es probable”, con lo cual nunca contestaba lo que se le preguntaba. Su habilidad para evadir las respuestas resultó asombrosa.

En cuanto a la declaración de Cabral, realmente llamativa su coincidencia con las necesidades de Muñoz y la imposibilidad de verificar sus afirmaciones. Otro amigo de Imaz. Entre otras, declaró que el juez le pidió que fuera a ver cómo estaban las víctimas. Dijo que así lo hizo y que, casualmente, no se identificó…

¿Qué se ha probado?

Faltando un día de testigos, lo que con seguridad no se ha probado es el accidente isquémico y la amnesia de Muñoz. Ello pues de las propias declaraciones del juez surge que no hubo ninguna pérdida de memoria. El propio juez es quien dijo “haber chocado contra un árbol”. No se trata de una pérdida de memoria a corto plazo. En el mejor de los casos, él “confundió” el choque al Renault Sandero con el choque a un árbol.
Sabía en qué lugar estaba. Sabía qué hora era. ¿Qué es lo que no recordaba? ¿Dónde está el estado ansioso de quien no sabe dónde está, ni qué hora es, ni cómo llegó allí, y lo consulta reiteradamente? ¿Cuál es el relato que sirvió de base para que Ayup diagnosticara una amnesia global? Los mismos dichos del juez son incompatibles con una amnesia global, transitoria o que dure solo minutos. Con excepción de Ayup, los dos primeros neurólogos señalaron que una persona con amnesia global transitoria no puede realizar las actividades que desde el primer momento realizó Muñoz.
El fiscal, en cambio, sí ha demostrado su caso. Muñoz embistió desde atrás al Sandero, conduciendo a gran velocidad. Muñoz se dio a la fuga. Muñoz se negó a realizarse el test de alcoholemia. Varios testigos, además, señalaron su aliento etílico o su aparente estado de ebriedad. Muñoz venía de un largo almuerzo en una bodega en la cual se sirvió vino y champagne. 

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Y, lo que es más importante, Muñoz solicitó favores personales en el tratamiento de su caso al jefe y al subjefe de la policía.

Los dichos de los peritos neurólogos y la descripción de la conducta posterior al choque del propio Muñoz no resultan compatibles con una amnesia global —transitoria o más breve—. Los estudios médicos realizados no permiten afirmar la existencia del AIT. Los jueces que han declarado hasta ahora no han formulado ninguna hipótesis mínimamente creíble y no han mostrado ningún apego a la verdad. La existencia de alguna irregularidad procesal no permite, en modo alguno, invalidar este proceso de enjuiciamiento.


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Hemos notado que tanto en el proceso como en los comentarios de varias personas con quienes hemos conversado en estos días, se afirma que un supuesto “ánimo vengativo” del fiscal general Gerez tornaría ilegítimo el enjuiciamiento del juez Marcelo Muñoz. En primer lugar, es bastante difícil demostrar la existencia de ese supuesto “ánimo”. Por otra parte, lo único relevante consiste en los hechos que se atribuyen al juez y en los hechos que finalmente se consideren probados. Alrededor de ese cuestionamiento a la actuación de la fiscalía general parece estar la idea de una persecución “amable”. El fiscal no tiene ningún deber de imparcialidad ni de amabilidad. Solo debe perseguir legalmente. Y, en este caso, la constitución y la ley le permiten la persecución del juez Marcelo Muñoz para solicitar su sanción o su destitución. Si al fiscal general Muñoz le cae bien o mal, en este contexto, es totalmente irrelevante.